jueves, 19 de marzo de 2015

Recordando 'El miedo a la libertad' de Erich Fromm tras el reestreno de 'Blade runner'


Por Tesa Vigal

Llueve. Hace un rato consulté la página de los cines Renoir para ver lo que estrenaban esta semana y me encontré una fascinante sorpresa. En una de las salas ponen 'Blade runner'. Ahora estoy en una terraza cubierta fumándome un cigarrillo antes de entrar a verla. Como ya hablé de ella en la primara entrada del blog www.peliculasecreta.blogspot.com me limito a recomendarla de nuevo para los interesados en películas que van más allá de un género. Eso la hace especial, pero no sólo eso, aunque me pregunto si al verla de nuevo me decepcionará. 


Día siguiente. A punto de llover. La verdad es que me sorprendí del efecto que me causaba la película, desde el mismo comienzo. No recordaba tanta abrumadora atmósfera, incesante como la lluvia que atraviesa la historia y va calando en todos sus personajes. En mí como espectadora también. Esta vez reparé en una escena que había olvidado. Una secuencia repentina de un unicornio galopando a través del bosque, a continuación explicada cuando Harrison Ford le dice a la replicante que ama: "He soñado con música". También me quedé con las figuritas de papel que va dejando a su paso uno de los policías, como un objeto convertido en huella que te pregunta y te hace preguntarte. Sugerencias y más sugerencias. Aquí añadiré, al texto de la entrada que mencioné más arriba, varias imágenes.


Los replicantes mencionan varias veces a los humanos (¿o era sólo a Harrison Ford?) que no es agradable vivir con miedo. El miedo es lo que enjaula la libertad. Lo que convierte en objetos, o etiquetas a las personas, lo que condena al diferente, la base del carácter autoritario, o cualquiera de sus ideologías. Y recordé el libro de Erich From, tan famoso en los tiempos de la contracultura, 'El miedo a la libertad'. Escrito en plena guerra mundial para explicarse el auge del nazismo en Alemania, que Fromm ubica en las bases autoritarias del calvinismo con su secuela de divinización del trabajo y su alergia a la alegría, lo espontáneo, la auto realización... Todo lo que se salga de los dogmas impuestos, de manera violenta (los más fáciles de descubrir) o de manera sutil, incesante y demoledora (los más difíciles de combatir, porque logran sepultar bajo sus convenciones los valores propios de una persona) y aquí entraríamos en la sociedad occidental actual con su encumbramiento del tener por encima del ser.

Hojeándolo me he encontrado con estas frases subrayadas:
Sobre el amor para el masoquismo, una de las derivaciones del carácter autoritario: "el amor posee el significado de dependencia simbólica y no de afirmación mutua y de unión sobre una base de igualdad (...) la extrema subordinación del yo individual a una entidad superior". 



"La victoria de la libertad es solamente posible si la democracia llega a constituir una sociedad en la que el individuo, su desarrollo y felicidad constituyan el fin y el propósito de la cultura; en la que la vida no necesite justificarse por el éxito (...) una sociedad, por fin, en la que la conciencia y los ideales del hombre no resulten de la absorción en el yo de demandas exteriores y ajenas, sino que sean realmente suyos y expresen propósitos resultantes de la peculiaridad de su yo". 

Sobre la esencia de las ideologías y el carácter autoritario: "... busca el cumplimiento de la vida en su negación misma, en la aniquilación del yo (...) y su sumisión a un poder superior". 

"Si nos limitamos a considerar solamente las necesidades económicas (...) si no alcanzamos a ver el sufrimiento del individuo automatizado (...) entonces no nos habremos dado cuenta del peligro que amenaza a nuestra cultura desde su base humana: la disposición a aceptar cualquier ideología o cualquier líder, siempre que prometan una excitación emocional y sean capaces de ofrecer una estructura política (...) La desesperación del autómata humano es un suelo fértil para los propósitos del fascismo".

"El hombre moderno vive bajo lo ilusorio de saber lo que quiere, cuando, en realidad, desea únicamente lo que se supone (socialmente) ha de desear".



"Emplean palabras como "infantil" o "neurótico" para denunciar aquellos rasgos o tipos de personalidad que no son conformes al modelo convencional del individuo "normal".

"La destructividad. Esta es el producto de la vida no vivida".

Lo autoritario "está arraigado en la desesperación extrema, en la absoluta carencia de fe y conduce al nihilismo, a la negación de la vida (...) experimenta sólo la dominación o la sumisión, jamás la solidaridad. Las diferencias, sean de sexo o de raza, constituyen necesariamente para él signos de inferioridad o superioridad. Es incapaz de pensar una diferencia que no posea esa connotación". 

Acabo ya, aunque el libro lo tengo plagado de subrayados en verde fosforescente, con esa frase que se aplica a mil y una actitudes, circunstancias y replicantes (volviendo a 'Blade runner). "Preguntas, preguntas", repite el replicante Roy en la película. Lo malo es cuando dejamos de hacérnoslas a nosotros mismos.  En busca de la libertad interior, la base firme de cualquier otra. Al salir del cine también llovía en la calle.