sábado, 31 de diciembre de 2011

Fiestas navideñas: formalismos o corazón


Por Tesa Vigal

Una fiesta, como el amor, tiene que ser libre. Si surge de una obligación deja de serlo y se convierte en violencia contra nosotros mismos. Algunos lo ven normal, o ni siquiera lo ven. Otros, como yo misma, tratamos de desentrañar su tramposo mecanismo para que triunfe el corazón y la libertad. Esa es la base de las amistades auténticas, de cualquier grado o intensidad. Estoy en ello, no siempre es fácil, el miedo de ser rechazada abre su boca hambrienta desde la más oscura infancia. Y sin embargo, no tiene sentido. ¿A quién rechazan o a quién quieren si me quedo escondida detrás de un formalismo, de una función, de una etiqueta?

Investigando jaulas, preguntas al viento:
  •  El motivo de comprar regalos para gente con la que no existe auténtico afecto. ¿Qué se quiere comprar?
  • ¿De dónde sale la obligación de ir a casas a las que no se quiere ir? Habría que probar la liberación de la claridad para todo el mundo si dejamos de hacer eso.
  • La penosa insistencia de relacionarse con funciones en lugar de con personas. Este juego perverso de incomunicación es mucho más frecuente con la familia, donde en teoría tendría que existir la mayor confianza (Ya sé que eso también existe, algunos tienen suerte).
  • Un gesto de cariño hacia alguien puede ser una visita, en mi caso movida por el afecto, la comprensión, la compasión... Pero eso nunca debe convertirse en costumbre y mucho menos en el malentendido que confunde un gesto (dar lo que podemos dar con gusto y libremente) con  la obligación de dar a esa persona todo lo que nos pida, porque sino nos sentimos culpables y/o la persona en cuestión puede esgrimir el chantaje emocional típico mencionando todo lo que sufre.
  • Cada uno de nosotros somos los que tenemos que solucionar nuestro dolor. Nadie puede hacerlo en nuestro lugar, sólo consolarnos o apoyarnos más o menos. Si insistimos en pedírselo a alguien lo único  que logramos es colocar una carga ajena en sus hombros. Mal rollo. Mal rollo. Incomunicación.
  • ¿Qué tal si de pronto un año celebramos la nochebuena, o la nochevieja, o la noche de reyes sólo con amigos auténticos? El mundo sería no sólo más humano, como dice la canción, sino más claro, más amoroso, más comunicado, más libre. 
  • La libertad da miedo porque supone conocernos a nosotros mismos  y luego conocer a los demás (intentarlo, ya sé que es muy difícil)  pasando de las jodidas etiquetas de las narices. Supone ser consciente de nuestros límites, defectos, dones, virtudes, miedos... Uuuhhh. Menos mal que empiezo a reírme un poquito.
  • Feliz año nuevo, a mí misma y los demás, lo que quiere decir año diferente, claro, valiente, libre, siguiendo cada uno nuestro camino con corazón.




1 comentario:

Alejandro Pérez García dijo...

Firmo cuanto dices. Tienes razón en todo. Las fiestas, como el amor, han de ser libres, de celebración y asistencia voluntaria, cuando y donde nos apetezca, no porque constan en el calendario y, sólo por eso, toca reunirse con la familia.